Biden sigue el camino ignominioso de las sanciones contra Cuba
Con el odio atizado durante años contra el pueblo cubano y su Revolución convocan ahora a la destrucción y la muerte de todo un pueblo.
Representantes de la ultraderecha anticubana pidieron recientemente al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, «acciones concretas» contra Cuba, incluida una posible «intervención militar» para derrocar al «régimen comunista».
El jefe del clan mafioso de los «Estefan», Emilio Estefan, quien como los de su calaña ha hecho del accionar contrarrevolucionario un boyante negocio, exigió a Washington que hable poco y que «pase a la acción».
También la congresista republicana anticubana, María Elvira Salazar, firme defensora del bloqueo y una de las impulsoras de la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, se dirigió al Gobierno en similares términos demandando «una intervención ya».
Mientras, legisladores estadounidenses han estado recogiendo firmas para exigir a la Casa Blanca el cumplimiento de este criminal propósito.
Por otra parte, la actual administración estadounidense anunció este jueves la imposición de nuevas sanciones contra funcionarios y entidades cubanas, por presuntos «abusos contra manifestantes», tras los sucesos del 11 de julio en la Isla.
El miembro del Buró Político y ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, rechazó las «infundadas y calumniosas sanciones del Gobierno de EE. UU.» contra el ministro de las FAR, general de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera, y la Brigada Especial Nacional del Minint. «Debería aplicarse a sí mismo la Ley Global Magnitsky por los actos de represión cotidiana y brutalidad policial que costaron 1 021 vidas en 2020», aseveró el Canciller.
Estas sanciones, que según un comunicado del Presidente Joe Biden son solo el comienzo, bloquean cualquier activo que los implicados puedan tener bajo jurisdicción estadounidense, y prohíbe a las personas en Estados Unidos negociar con ellos, lo cual es irrelevante desde el punto de vista práctico, pero sí constituyen una violación del derecho internacional, además de buscar un vergonzoso impacto mediático y sicológico.