Discorsi

Discurso en el acto de entrega del premio Estado de Sao Paulo a Orlando Villas Boas, 17 de marzo de 1990

Data: 

17/03/1990

Estimados amigos de la presidencia;

Estimados invitados;

Queridos amigos de Sao Paulo y de Brasil:

Aquí se podrían abordar muchos temas, pero el tiempo apremia. Por eso trataré de ser breve, aunque no siempre lo consigo (RISAS).

Quiero recordar —ya he recordado bastante esta mañana— la primera noticia que tuve del Memorial de América Latina. Fue en ocasión de la visita del gobernador Quercia a nuestro país. Sostuvimos varios encuentros y muchas conversaciones, y realmente logramos establecer una buena comunicación, que ha pasado la prueba del tiempo, independientemente de ideas políticas en un sentido o en otro, concepciones económicas y sociales; realmente sobre esto no discutimos mucho y, sin embargo, pudimos descubrir que había muchos intereses comunes entre Brasil y Cuba, entre Sao Paulo y Cuba, entre los pueblos de América Latina, Brasil y Cuba.

Hablamos de muchos temas, porque hay tareas de gobierno que se salen del marco estrecho de las concepciones políticas o filosóficas: los fenómenos del desarrollo, problemas como los que mencionó Daniel aquí de la enorme deuda externa que, en el caso de Brasil, se suma también a una gran deuda interna; las distintas formas mediante las cuales saquean a nuestros países, la forma en que nos imponen las cosas, la forma en que tratan de dominarnos, la forma en que tratan de adoctrinarnos, son problemas reales que sufrimos los países de América Latina y del Tercer Mundo, independientemente de ideologías políticas.

Hay temas como el de la educación, por ejemplo, que es una necesidad de todos nuestros países y sobre la cual dirigentes latinoamericanos pueden hablar largamente e intercambiar experiencias; temas como el de la salud, algo tan vital para nuestros pueblos, es un tema sobre el cual podemos hablar, arribar a criterios comunes, intercambiar experiencias y hacer quién sabe cuántas cosas. Y así, por el estilo, hay muchas tareas y muchas actividades sobre las cuales estuvimos conversando el Gobernador de Sao Paulo y yo en nuestro país.

Le hablé bastante de algunas experiencias recientes, como la de una institución de salud nueva que se ha creado en Cuba, que es la del médico de la familia y que, desde mi punto de vista, es una de las innovaciones más grandes que se han hecho en el campo de la salud y en la que nuestro país tuvo el privilegio de tomar la iniciativa.

Algún tiempo después, tuve el placer de conocer que en Sao Paulo se estaba ensayando aquella experiencia y se había construido un número de consultorios con el médico de la familia, en una concepción muy parecida a la de nuestro país. Por eso, realmente, me gustaría, aunque fuera camino del aeropuerto o en algún momento, pasar por alguno de estos consultorios del médico de la familia, que me pareció una buena idea y era un buen ejemplo de cómo la experiencia de un país puede ser útil en otro. Estoy muy interesado por saber la forma en que ha funcionado este experimento. En nuestro país lo comenzamos con 10 médicos hace apenas seis años, y ya tenemos 10 000 en ese programa. Esto demuestra cuán infinitas formas hay, y puede haber, de cooperación entre nuestros países.

El me habló entonces bastante de este memorial, que estaban construyendo; me explicó las características generales, me dijo quiénes estaban trabajando y que los proyectos arquitectónicos eran obra de Niemeyer. Me habló mucho; no solo eso, sino que me hizo el honor de invitarme a la inauguración del memorial. Realmente me agradó mucho la invitación; pero, aunque las relaciones diplomáticas se habían restablecido, no habíamos llegado a un nivel de desarrollo tal que pudiéramos arreglar entre el Gobernador de Sao Paulo y yo el viaje a Sao Paulo, porque realmente yo no podía viajar a Sao Paulo sin viajar a Brasil (APLAUSOS). No se logró concretar o poner de acuerdo con todas las partes que eran necesarias para poder asistir a la inauguración.

El tenía otra idea muy buena, que estuve estimulando, que a la inauguración se invitara el mayor número posible de dirigentes latinoamericanos, y que la inauguración se convirtiera en una reunión, realmente. Y todo esto relacionado con lo que esta obra simboliza y lo que esta obra se propone de acercamiento, de intercambio, de unidad, de integración entre los pueblos de América Latina; idea que todos compartimos, sobre la que todos estamos de acuerdo, a grandes rasgos, aunque en algunos de nosotros con mucha más convicción y más profundidad. Yo había estado en distintas reuniones, motivadas por la toma de posesión de diversos gobiernos en los últimos dos años, y siempre me ha parecido una cosa extraña, casi absurda, que los dirigentes de los estados latinoamericanos jamás se reúnan, y me he preguntado muchas veces por qué no se reúnen.

Tenemos experiencias de nuestras relaciones con Africa y los dirigentes africanos se reúnen, por lo menos, dos veces al año; los de Europa ya se reúnen casi todos los meses, y los únicos que no nos reunimos nunca somos los latinoamericanos, ¡los únicos! (APLAUSOS) Los latinoamericanos, desgraciadamente —y este es un hecho histórico—, nos hemos reunido nada más cuando nos convocan a Washington, o nos convoca Estados Unidos; es la realidad histórica. Basta que un presidente de Estados Unidos mueva un dedo, invite, y todo el mundo sale para Washington, aunque sea una reunión improvisada.

Los latinoamericanos no acaban de reunirse y se lo he dicho a muchos dirigentes: por qué no nos reunimos, si tenemos problemas muy serios, problemas muy comunes que resolver; por qué no nos reunimos para discutir sobre la deuda. Porque ni la deuda, que es un verdadero desastre, ha sido capaz de promover una reunión de dirigentes latinoamericanos.

La necesidad del Nuevo Orden Económico Internacional, la necesidad de acabar con el saqueo de nuestros pueblos, ni siquiera eso ha sido capaz de reunirnos. Se reúnen grupos, cinco o seis y excluyen a los demás; hacen el grupo de Cartagena, el Grupo de los Ocho y nadie se acaba de atrever a decir: "Vengan todos, vamos a reunirnos todos", como nos reunimos en Naciones Unidas, o como nos reunimos en el Movimiento de Países No Alineados. Por eso hemos siempre luchado y planteado estos problemas.

En realidad, sé que no nos reunimos porque desgraciadamente a lo largo de décadas, casi de siglos, hemos creado el hábito de la sumisión y de la obediencia (APLAUSOS). Quien no quiere que nos reunamos nunca es Estados Unidos y no hemos podido salir de ese complejo, no hemos sabido atrevernos; a pesar de que nos atrevemos cada vez a más cosas, todavía no nos hemos atrevido ni siquiera a reunirnos.

En los últimos tiempos nos hemos visto las caras en estas ceremonias de cambio de gobiernos, y ha sido útil; pero en ninguno de esos casos, siquiera, ni por dos horas, se ha producido una reunión entre todos. Hablamos de integración, hablamos de unidad, y estamos lejos de alcanzar esos objetivos si, realmente, no comenzamos siquiera por reunirnos. Y vi esa intención, vi ese objetivo y vi, incluso, esa posibilidad de que tal vez la inauguración de este memorial, tan simbólico, podría ser el motivo de una reunión de este tipo para que empezáramos a hablar en términos colectivos, en términos económicos y en términos políticos.

Son las cosas que recuerdo de aquellas conversaciones y el interés grande que despertó en mí esta obra.

Ahora, cumpliendo una línea, e independientemente de concepciones políticas y a partir de estos intereses comunes, hicimos el viaje a Brasil. Enseguida el Gobernador, y ya más de una vez lo había recordado, nos habló de la invitación, nos expresó su deseo de que estuviéramos en Sao Paulo; también en Río nos hablaron, nos expresaron el deseo de que aprovechando el viaje llegáramos hasta allí. Yo tenía alguna duda de si era realmente razonable, si era prudente estarme tres días más para cumplimentar estas invitaciones. Sostengo el criterio de que uno siempre debe irse un minuto antes y no un minuto después; es preferible siempre salir antes y no cansar, no aburrir, no dar la impresión de que vayamos a hacer un viaje interminable, porque estos viajes siempre ocasionan trabajo, molestias y preocupaciones.

De todas maneras, apreciando bien la situación, pidiéndoles opiniones a cubanos, a brasileños y a amigos, me dijeron: "Se ve como una cosa normal, que quien haga una visita de este tipo pueda ir también a estos dos estados, son de los más importantes, son muy representativos del país y no se vería en absoluto como algo anormal el que se extienda la visita y se puedan cumplimentar esas invitaciones. Es por ello que hemos alcanzado el privilegio de visitar Sao Paulo. No es la primera vez, porque hace mucho tiempo, en el año 1959, cuando yo era un recién nacido y la Revolución no llevaba ni tres meses y, aunque nosotros nos creíamos muy revolucionarios, éramos una especie de materia prima en bruto, no sabíamos nada de nada y lo peor de todo es que creíamos que sabíamos muchísimo de todo, cruzamos rápidos y veloces en una visita breve que hicimos por distintos países: pasamos por Estados Unidos, Canadá; aterrizamos en Brasilia, que se estaba construyendo, estaba casi terminándose. Ya entonces empecé a familiarizarme con las obras extraordinarias de Niemeyer. La ciudad era muy pequeña, no era lo que es ahora. Después hicimos escala aquí, muy breve tiempo; continuamos a Argentina, había una reunión, estuvimos unos breves días, y después volvimos y pasamos por Río de Janeiro, antes de regresar a Cuba.

Y ahora, al cabo de 31 años, estoy aquí. Creo que puedo apreciar mucho mejor todo, creo que puedo meditar mucho más, creo que puedo aprovechar cada minuto de mi estancia en este país.

Ahora, dicen que la experiencia es aquello que cuando se necesita no se tiene y cuando se tiene ya no se necesita (RISAS). Voy a aprovechar este pequeño lapso en que todavía la experiencia pueda servirme de algo.

Es imprescindible expresar que me ha hecho una gran impresión el memorial, lo veo como una gran concepción, es una obra extraordinaria, y puedo apreciar también que adquiere prestigio cada vez más en Brasil y en el mundo.

Tuvimos oportunidad de ver lo que era la biblioteca, el salón histórico, que es como una catedral, el salón de las creaciones. En brevísimo tiempo y rodeado de amigos y periodistas, hemos podido ver algunas cosas, firmar algunos de los libros, y también nos hemos sentido comprometidos a colaborar modestamente con lo del festival.

Me explicaban que ellos han adquirido libros en México, en distintos lugares; que les interesa una buena colección sobre Cuba con el material que sirva para estudio sobre nuestro país. Les dije que no había que comprarlos, que era un deber elemental nuestro, y es una satisfacción y un honor para nosotros poder donar la parte correspondiente a Cuba en esa biblioteca (APLAUSOS).

También nos proponemos donar toda la colección de música que quieren tener con relación a Cuba y siempre estaremos dispuestos a colaborar con esta magnífica obra, en actividades de tipo cultural, enviar grupos de artistas o conjuntos como el de Ballet Nacional cuantas veces ustedes lo crean conveniente. De modo que nosotros nos sentimos sinceramente parte de esta institución y nos consideramos en el deber de cooperar con ella.

Ahora, en esta ocasión, quiso la casualidad que el cambio de gobierno y la visita al país coincidieran con el primer aniversario de esta institución y coincidieran con esa justísima distinción que ustedes le han hecho a un hombre que se ha pasado toda la vida prácticamente haciendo una de las cosas quizás más humanas que se pueda hacer en el momento actual, es el premio, el reconocimiento a esa figura conocida no solo en Brasil, sino en el mundo, que es Villas Boas.

Desgraciadamente no podía captar bien, por cuestiones quizás de los micrófonos, por la posición en que están los altoparlantes, lo que él iba diciendo. Tengo esperanza de poderlo leer después, porque me parece que estaba diciendo magníficas cosas y nosotros no podíamos percatamos de lo que era; pero yo meditaba qué trabajo tan humano.

¿ Y por qué se ha convertido en algo tan humano hacer esa obra como la que él ha hecho? Es porque luchó toda su vida por salvar del exterminio lo que quedaba de lo que había, un exterminio que comenzó hace ya casi 500 años; empezando porque nos descubrieron a nosotros, el objeto que tenía que ser descubierto, como si nosotros no hubiéramos descubierto a nadie y como si nosotros no hubiéramos descubierto la injusticia, el espíritu de conquista, el espíritu de saqueo, el espíritu de opresión que nuestros pueblos vivieron durante casi 500 años.

Tengo sobre todas estas cuestiones relacionadas con el "famosísimo" 500 aniversario un montón de dudas, la verdad, y no siento un entusiasmo especial por ese 500 aniversario, con todo lo que me digan, aunque estamos dispuestos a compartirlo si no se convierte en la apología de la conquista y de la esclavización, que fueron dos cosas que vinieron aparejadas estrechamente al "famosísimo" descubrimiento. Hay siglos enteros de abusos, de crímenes, de saqueo; los indios fueron esclavizados, en muchos lugares exterminados y durante siglos explotados.

¿Por qué me preocupa profundamente esa apología que se quiere hacer de la conquista, de la esclavización, del colonialismo? Porque no está acompañada de una autocrítica histórica de todo lo ocurrido y no puede haber apología o celebración de los cinco centenarios famosos, del medio milenio, sin una profunda autocrítica, por razones no solo históricas, sino, incluso, prácticas que tienen que ver con nuestras vidas, porque hoy existen de nuevo quienes nos miran como los conquistadores miraron a los indios, quienes nos quieren conquistar de nuevo y nos quieren colonizar de nuevo y, de hecho, nos vienen colonizando. Y a veces me he imaginado que vengan los nuevos conquistadores, nos conquisten, nos esclavicen, exterminen a una parte de los que hoy vivimos aquí en este hemisferio, violen a las mujeres y hagan todos los horrores que hicieron los conquistadores, y que dentro de 500 años nuestros descendientes estén celebrando el medio milenio de la nueva conquista.

No me cabe sencillamente en la cabeza, y es la posición que nosotros hemos tenido sobre esto. Más de una vez lo he dicho, más de un dolor de cabeza nos ha costado en nuestras relaciones internacionales, por aquellos que son sumamente "sensibles" a cualquier opinión crítica sobre lo que significó la conquista.

No solo los indios de Brasil necesitan protección y necesitan muchos Villas Boas que los comprendan y los protejan, sino que los nuevos indios tenemos hoy una necesidad histórica de que nos comprendan y de que nos ayuden (APLAUSOS).

No queremos ser los nuevos indios, mas si no nos unimos, si no cooperamos entre nosotros, si no nos integramos, incluso, si no nos unimos en un futuro políticamente, seremos los nuevos indios del mundo actual.

Eso se puede demostrar matemáticamente. No hay porvenir para nuestros pueblos; incluso un gran país como Brasil, con 8 millones y medio de kilómetros cuadrados, con un desarrollo industrial importante, necesita del apoyo y la integración del resto de América Latina. ¡Nos necesitamos todos sin una sola excepción! (APLAUSOS) Claro que los necesitan mucho más los países pequeños, y nos preguntamos qué porvenir tenemos en el mundo de hoy y en el mañana próximo. Un continente totalmente balcanizado, qué posibilidades de supervivencia tiene; qué posibilidades económicas tiene, como país aislado, dependiendo de sus exclusivas fuerzas.

Daniel explicaba cómo discutieron la deuda uno por uno; ellos se unen en el Fondo Monetario, en el Banco Mundial, en el Club de París y, en cambio, exigen discutir uno por uno con cada uno de nosotros; ellos forman una poderosa falange para discutir con cada uno de los países los problemas económicos, obligan a nuestros pueblos a aceptar las condiciones, y las peores condiciones; esa es la estrategia que han seguido y que siguen. Sus economías prosperan, porque cuando el dólar cae, el yen, la lira, la peseta española, la libra esterlina, el marco alemán, el franco francés, todos corren a apoyarlo. Unas y otras se sostienen y se apoyan, economías desarrolladas y poderosas; pero cuando el cruzado cae, o el austral cae, o el bolívar venezolano cae, o el peso colombiano cae, nadie corre a ayudarnos; ningún banco de otro país va espontáneamente a depositar millones para salvar a los países de la inflación.

¿Adónde vamos a parar por estos caminos? Nos hemos convertido en exportadores netos de capital (APLAUSOS). Estamos como cuando nos conquistaron y empezaron a explotar las minas de oro y de plata, a llevarse el oro y la plata con que acumularon las riquezas que hicieron posible el desarrollo del mundo industrializado.

Sí, ¿quiénes son esos actuales países industrializados? Las antiguas metrópolis coloniales. ¿Y de dónde salieron los recursos? De nuestros países, bien en forma de mineral o en forma de plantaciones; los hicimos ricos y ahora son riquísimos, pero nos siguen explotando por mil vías diferentes.

Nos saquean por muy diversas vías, mediante intereses usurarios o mediante el intercambio desigual, en virtud del cual nos compran cada vez más barato nuestros productos y nos venden cada vez más caro sus bisuterías (APLAUSOS), y las medidas proteccionistas, aranceles y cuotas, ¡miles de formas! Los brasileños lo saben, los latinoamericanos lo saben muy bien, nos llevan el dinero; pero nos lo llevan también de otras formas, que son invisibles, a través de la fuga de capitales. En una situación de inflación crónica en cada una de las economías de América Latina —y la de menos inflación tiene entre un 18% y un 20% al año, y la que más es de 3 500% por año; hay muchas economías que tienen 500%, 700%, 1 000%, 1 500% de inflación al año—, ¿cómo puede haber estabilidad económica? ¿Cómo pueden retener los capitales? De modo que el que tiene la moneda de su país, corre desesperadamente a cambiarla por dólares para protegerla, porque el dólar está protegido, y se escapa el dinero del país. Si se adoptan medidas para preservar ese dinero a través del pago de altos intereses, entonces ese dinero que no se escapa no se invierte en fábricas, sino que se invierte en operaciones especulativas, no en la producción (APLAUSOS). De modo que cuando se habla de unidad y de integración, se está hablando de cuestiones que son vitales para el futuro de nuestros países.

Si un matemático saca la cuenta de lo que se extraía de aquí en la época de la conquista y de la colonia durante un siglo, se podría demostrar que hoy, cada año, las antiguas metrópolis nos quitan tanto como nos quitaban durante un siglo.

No basta más que sacar la cuenta. Antes se llevaban toneladas de oro, ¡toneladas de oro! Cuando se llevaban 10 ó 20 toneladas de oro cada año, que atravesaban los mares perseguidos por los piratas, organizados en flotas; cuando se llevaban 10 millones en oro era una cifra fabulosa. Sin embargo, sabemos más o menos lo que vale el oro; sube y baja pero, a grandes rasgos, su precio debe estar alrededor de los 10 millones —no sé si en este momento llega a 10 millones de dólares, de modo que cuando nos llevan 1 000 millones nos están llevando 100 toneladas de oro; cuando nos llevan 10 000 millones, nos están llevando 1 000 toneladas de oro, y cuando tenemos una pérdida neta, o una exportación neta, o entrega neta de 30 000 millones de dólares, nos están quitando de nuestro esfuerzo, de nuestro trabajo, de nuestro sudor, del sudor de cientos de millones de latinoamericanos, 3 000 toneladas de oro por año.

Todo el oro físico que se produce en el mundo no creo que llegue a mucho más de 1 000 toneladas; entre lo que producen los sudafricanos, los soviéticos, los brasileños y todos, no llega a mucho más de 1 000 toneladas. Toda la producción no debe ser superior a eso. Si tenemos una extracción neta en dólares —y no cuento la fuga de capitales—equivalente a 3 000 toneladas de oro por año, ese es un saqueo mucho más grande que el que había en la época de la colonia, y de nuevo estamos nosotros financiando el desarrollo de los países desarrollados, de los países ricos, y serán ellos entonces, en el futuro, superricos, en la medida en que nosotros vamos a ser cada vez más pobres.

No estoy lanzando consigna. Si buscan los informes y las estadísticas que publican los bancos, el Banco Mundial, el Fondo Monetario, las propias instituciones de Naciones Unidas, o si ustedes se leen las informaciones de la Organización Mundial de la Salud o de la UNICEF, aparecen datos que son aterrorizantes.

No me voy a extender en muchas cifras, pero pongo un ejemplo: Mueren 700 000 niños cada año en nuestro hemisferio que pudieran salvarse y no se salvan, pues no está la medicina para salvarlos, el médico para salvarlos, la vacuna para protegerlos (APLAUSOS). Esto me lo ha explicado a mí personalmente el director de la UNICEF, y me lo dijo con estas palabras: "Si los demás países de América Latina tuvieran ya el índice de salud que tiene Cuba, se salvarían 700 000 niños cada año." (APLAUSOS)

Si se analizan los índices de nutrición, de vivienda, de condiciones de salud en general —porque estamos hablando de los que mueren—, hay una cifra que aterra: los niños que mueren entre 0 y 5 años, son alrededor de 85 por cada 1 000 nacidos vivos; es decir, en esas edades, antes de llegar a los 5 años, porque a los que no se murieron en el primer año hay que añadirles los que se mueren en el segundo, en el tercero y en el cuarto, etcétera, a esto habría que sumarle las consecuencias terribles de la desnutrición, en muchos casos, en qué condiciones crecen, con qué coeficiente de inteligencia, cuando no recibieron todo el alimento necesario; y esa cifra, lejos de mejorar, empeora. Eso es lo triste, eso es lo terrible, que empeora.

Ese es el mundo que nos quieren deparar a los latinoamericanos, y creo que tenemos que tomar conciencia de eso, en realidad.

Discutiendo con los periodistas, les digo: ¿Y por qué no pensamos en la esencia, en el fondo de los problemas? Porque no solo nos explotan, nos desinforman de una manera terrible. Me quedo asombrado de la ignorancia que hay sobre muchos problemas; por las preguntas que nos hacen sobre Cuba, nos damos cuenta de que hay una ignorancia tremenda, lo veo en las preguntas de los periodistas. Y tengo que hablar y explicar, y muchas veces los exhorto a que profundicen en los problemas reales: No se dejen llevar por la propaganda del imperio, de los que nos saquean; no se dejen engañar, no se dejen confundir, no les hagan el juego.

A nosotros muchos amigos nos dicen: Ustedes deben informar más de lo que ocurre en Cuba. Digo: Sí, nosotros queremos, ¿pero con qué?, si son poderosísimas agencias de información, medios masivos, cantidad de decenas de miles de millones los que manejan todos los años; son los informadores del mundo, mientras el mundo no sabe lo que está pasando en nuestros países. Y a uno le duele, realmente, cuando ve de qué manera desinforman y engañan, en esta era moderna de las comunicaciones, porque sencillamente los grandes medios de información del mundo están en manos de ellos, ¡están en manos de ellos!, y se hace difícil, incluso, conocer la verdad (APLAUSOS). Son realidades.

Tratan, además, de separarnos, tratan de dividirnos: la mejor forma de someternos, de explotarnos; tratan de que nuestras naciones sean como las tribus que descubrieron aquí los conquistadores, porque era mucho más fácil establecer el dominio sobre nuestros pueblos. Estas son las realidades.

Me gustaría hablarles de Cuba, pero no hace falta. He hablado no se sabe con cuántos periodistas, no se sabe cuántas preguntas he contestado; me excusan si no les he expuesto un poco de cosas sobre Cuba.

Permítanme, simplemente, decir que Cuba está firme y que Cuba no será tan fácil de doblegar como cree Estados Unidos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Al calor de los acontecimientos en el este de Europa, ignorando que en nuestro país hay una revolución auténtica que no la importamos de ninguna parte, sino que la hicimos (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES), y lo mismo que la hicimos la hemos defendido durante 30 años en las proximidades del país más poderoso de la Tierra, que nos ha bloqueado y nos ha hostigado, se ha desarrollado una conciencia patriótica profunda, un espíritu revolucionario firme, un pueblo combativo y consciente, un pueblo unido, organizado, entrenado y armado, que no será fácil de agarrar así con una mano, como no se puede agarrar un avispero con una mano (APLAUSOS); que no está construido con naipes ni está elaborado con merengue, sino está construido de acero y, por tanto, tendrán que olvidarse de sus ilusiones de que, por dificultades de un tipo o de otro, o dificultades económicas surgidas de todas esas transformaciones, que han convertido a algunos de estos países en aliados hoy del imperio, nosotros estamos preparando a nuestro país para resistir en cualquier condición, ¡en cualquiera! (APLAUSOS), incluso en caso de situación especial en tiempo de paz. El esfuerzo de nuestra nación se dirige a eso.

Es lo único que quiero decirles de Cuba y decirles: ¡Confíen en Cuba! Cuba no solo está defendiendo allí en aquella trinchera su propia soberanía: nosotros entendemos que desde aquella trinchera estamos defendiendo también los intereses de los demás pueblos de América Latina (APLAUSOS).

Unos días antes de su muerte en combate, José Martí le escribió en una carta a un amigo, una idea extraordinaria, decía que en silencio ha tenido que ser —y la cita que hago no es textual, pero la idea era esta—; todo lo que he hecho hasta hoy y haré, es para impedir, con la independencia de Cuba —esa Cuba de la cual se querían apoderar los yankis—, que Estados Unidos se extienda con una fuerza más sobre los pueblos de América.

Estamos conscientes de que estamos defendiendo ideas justas, causas justas; estamos conscientes de que estamos defendiendo también a nuestros hermanos de América Latina, porque si ellos aplastaran aquella trinchera, su envalentonamiento ya no tendría límites. Si ahora se atreven a hacer la guerra sucia contra Nicaragua, que costó la vida de decenas de miles de nicaragüenses, imponiéndoles condiciones terribles para desarrollar su proceso revolucionario, arruinando su economía, imponiendo sacrificios de todas clases al pueblo, condiciones en las que se vieron obligados a aceptar el reto del proceso electoral; si hacen eso hoy, si invaden a Panamá, si quieren bloquear a Colombia, si ya quieren enviar soldados a todas partes para establecer el orden interno, nosotros comprendemos que una derrota de nuestro país sería un daño terrible para los demás pueblos de América Latina y también para el Tercer Mundo.

Nosotros tenemos muchas relaciones con el Tercer Mundo. A medida que nos aislaron, y nos aislaron, incluso, de la propia América Latina, se desarrollaron nuestras relaciones con otros pueblos de otros continentes; con los de Africa, por ejemplo. Allí, cientos de miles de nuestros compatriotas cumplieron misiones internacionalistas luchando contra la invasión exterior, luchando contra las tropas de Sudáfrica que representaban el apartheid; allí combatimos junto a los hermanos angolanos, un país que tiene la misma lengua que Brasil, que tiene gran cariño, grandes simpatías por Brasil. Allí estuvimos casi 15 años sin vacilar ni un minuto, hasta que se cumplieron los objetivos: se aseguró la independencia de Angola, se garantizó la independencia de Namibia y se inició un proceso, a nuestro juicio, irreversible, en la desaparición del apartheid en Africa del Sur (APLAUSOS).

Puedo asegurarles, compañeros y amigos, y es posible que ustedes tengan preocupaciones sobre nuestro país. En días recientes los presidentes de Venezuela y España me expresaron esas preocupaciones, hasta las expresaron públicamente, y como nosotros hemos dicho Patria o Muerte, ellos han dicho que no debe ser la resistencia la estrategia del futuro de Cuba; hablan de Sagunto, de Numancia, de que si un holocausto, y a un español que me hizo la pregunta en la Conferencia de Prensa, le pregunté de dónde era y le dije: "¿Cuántos murieron en la defensa de Zaragoza a raíz de la invasión napoleónica? ¿Cuántos murieron en la lucha de independencia de ustedes? Ustedes en ese momento no se acordaron de Sagunto ni de Numancia, sino que se decidieron a defender la patria a cualquier precio y por eso lograron derrotar la invasión napoleónica."

A nosotros no pueden venir, realmente, a hablarnos de Sagunto y de Numancia; primero, porque preferimos no existir antes de ser esclavos y volver a ser dominados por Estados Unidos y, segundo, que no vamos a dejar de existir, que si nos agreden estamos tan preparados y podemos cobrarles un precio tan alto, que no solo seremos capaces de resistir, sino también de vencer (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES).

Muchas gracias al gobernador Quercia, muchas gracias a Niemeyer, muchas gracias a Moraes, muchas gracias al profesor Villas Boas, muchas gracias a los invitados, muchas gracias a todos, no solo por el rato agradable, emocionante que nos han hecho vivir en el día de hoy, sino también por la paciencia con que han tenido la amabilidad de escucharnos.

Hasta pronto.

(OVACION)
 

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