Bianchi Ross, Ciro

En la Caravana con Fidel

La Habana vivió una semana de espera apasionada. Desde el 2 de enero careció de día y hora fijos la entrada de Fidel a la capital. Parecía que su arribo ocurriría en cualquier momento y las agencias de prensa contribuían no poco a la confusión, pues las noticias que transmitían lo daban indistintamente a bordo de un avión que haría inminente su llegada o, al frente de la Caravana de la Libertad, lo situaban a las puertas mismas de la ciudad.(…)
 

Cómo supo Fidel de la fuga de Batista

Corría el mes de mayo de 1958. El Gobierno del dictador Fulgencio Batista movía grandes contingentes de tropas hacia la Sierra Maestra con el objetivo de ejecutar la Ofensiva de Primavera. Se trataba de un plan cuidadosamente estudiado: 10 000 soldados atenazarían la zona del I Frente comandado por Fidel.

 

Los días después del Granma

El 2 de diciembre de 1956, el jefe del escuadrón de la Guardia Rural destacado en Manzanillo comunicaba al Estado Mayor del Ejército, del desembarco de un grupo de hombres armados por un punto de la costa de ese territorio. El yate donde hicieron la travesía había sido detectado por el Ejército y tiroteado primero por un guardacostas y luego por la aviación cuando ya los expedicionarios estaban lejos de la orilla. Pasaban las horas desde la llegada del aviso y la jefatura de las Fuerzas Armadas no parecía dispuesta a enviar tropas a la zona del desembarco, ni el dictador Fulgencio Batista daba señales de vida.
Canasta en miramar.

Fidel en La Habana

La Habana vivió una semana de espera apasionada. Desde el 2 de enero careció de día y hora fijos la entrada de Fidel a la capital. Parecía que su arribo ocurriría en cualquier momento y las agencias de prensa contribuían no poco a la confusión, pues las noticias que transmitían lo daban indistintamente a bordo de un avión que haría inminente su llegada o, al frente de la Caravana de la Libertad, lo situaban a las puertas mismas de la ciudad. El héroe de la Sierra Maestra, que había sido capaz de derrotar a las fuerzas armadas de la tiranía, quedaba ahora, en su avance desde Santiago de Cuba hacia el occidente de la Isla, prisionero de una marejada desbordante que quería demostrarle su cariño.