Fidel
Soldado de las Ideas
La CIA reclutó ciudadanos italianos en el ámbito de los planes de la agencia para matar a Fidel Castro, afirma un periodista italiano en un nuevo libro sobre el asesinato de John F. Kennedy, que según ese trabajo tuvo lugar en el marco de un complot organizado en las altas esferas de la CIA, con la complicidad de la mafia italo-estadounidense y de los exiliados cubanos en los Estados Unidos.
El 23 de julio de 1953, tres días antes del asalto al cuartel Moncada, bajo la orientación de Fidel, el joven Raúl Gómez García redacta este documento dirigido a la nación cubana y que después sería conocido como el Manifiesto del Moncada. Leído por Fidel momentos antes de partir hacia el combate, este documento declara que reconoce y se orienta en los ideales de Martí contenidos en sus discursos, en las Bases del Partido Revolucionario Cubano y el Manifiesto de Montecristi, y plasma en sus esencias las ideas independentistas y latinoamericanistas de aquel Movimiento que nació el 26 de Julio.
Desde una semana antes fueron cursadas las instrucciones a los jefes de células. Determinar nuevamente quiénes eran los más decididos. Entre ellos, seleccionar preferiblemente, a los que no tuvieran hijos. Se calculó la cantidad de hombres necesarios: 135 para Santiago de Cuba, 30 para Bayamo. Ni siquiera todos los más decididos podrían ir; ni de todas las células. El límite lo determinaba la escasa cantidad de armas disponibles. Se reajustó el plan en su aspecto de las fuerzas a participar. Mientras menos grupos a mover, más seguridad para la acción.
El 3 de junio de 1963, a las 4 y 20 de la tarde, llegó a La Habana el avión TU-114 que hacía el vuelo regular de la línea Aeroflot desde la Unión Soviética, cuando sorpresivamente, después que descendieron los pasajeros, apareció el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz saludando eufórico tras haber estado poco más de un mes en la URSS. "Los sorprendí¼ " exclamó el entonces Primer Ministro del Gobierno Revolucionario al tiempo que los empleados y funcionarios habituales del aeropuerto se arremolinaban al pie de la escalerilla del aparato prorrumpiendo en vivas a Fidel y a la Revolución.
El 24 de octubre de 1963, John F. Kennedy, que ocupaba la presidencia de Estados Unidos, sostuvo una entrevista con el periodista Jean Daniel Bensaid, que trabajaba para el diario francés L¢ Express.
El colonialismo no fue ajeno al subdesarrollo y la pobreza que hoy sufre una gran parte de la humanidad. Tampoco son ajenos la hiriente opulencia y el derroche de las sociedades de consumo de las antiguas metrópolis que sumieron en la explotación a gran parte de los países de la Tierra. Por luchar contra el hambre y la injusticia han muerto en el mundo millones de personas.
Porque lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es que estemos aquí, lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es la dignidad, la entereza, el valor, la firmeza ideológica, el espíritu de sacrificio y el espíritu revolucionario del pueblo de Cuba.
Fidel estaba eufórico por el combate y, al mismo tiempo, preocupado por la suerte de los compañeros y se arriesgó varias veces más de lo debido; eso provocó que días después un grupo de oficiales le enviáramos el documento que insertamos, pidiéndole, en nombre de la Revolución que no arriesgara su vida inútilmente. Este documento, un tanto infantil, que hiciéramos impulsados por los deseos más altruistas, creemos que no mereció ni una leída de su parte y, de más está decirlo, no le hizo el más mínimo caso.
El 26 de noviembre de 1952, como parte de la promoción para la asistencia al acto de recordación por el 81 aniversario del fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina por el gobierno colonial español en 1871, ocurría un hecho de especial significado ya que reiteraba la táctica de irrupción estudiantil en áreas alejadas de los muros universitarios.
Hoy, como dijo Fidel, ya no se trata de un puñado de hombres en un pequeño yate, más repletos de ideas que de armas, sino de una nave inmensa y sólida que ninguna ola, ningún viento, ninguna tempestad será capaz de hacer naufragar, cargada esta vez de muchos sueños hechos realidades y de muchas realidades que son sueños todavía por hacer, donde un pueblo entero navega hacia el futuro.
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