La verdad en batalla y el libro de Martín Blandino (Tercera y última parte)
A medida que se desarrollaban los dramáticos combates en Cangamba observamos que las intenciones enemigas iban mucho más allá de una acción aislada. En primer lugar, había que salvar a los internacionalistas cubanos y a los hombres de la 32ª brigada de las FAPLA.
En carta de mi puño y letra enviada a los sitiados el 7 de agosto, les prometimos que los rescataríamos costara lo que costara.
La brigada de desembarco y asalto fue enviada por aire desde Cuba. Los medios disponibles se emplearían todos, de ser imprescindible, por ello los exhortábamos a resistir, como lo hicieron.
Cumplida la misión de aplastar las fuerzas atacantes, debían adoptarse de inmediato las medidas para deshacer los planes estratégicos del enemigo.
Blandino, en sus investigaciones históricas, va reconstruyendo las intenciones del enemigo con las pruebas y testimonios que fue recopilando:
“No sólo Cangamba está bajo fuego del enemigo. Simultáneamente este ataca con artillería y morteros a Munhango, Calapo, Tempué y Luena, poblaciones todas ubicadas al norte de la aldea, Cangumbe. Sólo logra tomar Cangumbe, en el resto de los lugares es rechazado. El objetivo estratégico del agresor es aislar la provincia de Moxico, impedir la llegada de refuerzos, para posteriormente apoderarse de Luena, ciudad que pretende proclamar capital de una llamada ‘república negra’ escindida de Angola, en busca de reconocimiento internacional. Pero en lo inmediato su propósito es apoderarse de Cangamba y capturar o matar a los asesores cubanos que allí se encuentran. Apuesta al impacto político, moral y psicológico de un golpe como ese.”
“General de División Leopoldo Cintra Frías:
“El plan de ellos es tomar aquello, hacer prisioneros a los ochenta y dos cubanos que hay allí y llevárselos para hacer el intento de obligar a Cuba a negociar directamente con la UNITA, sin la participación del gobierno angolano.”
“General N’Dalu:
“La UNITA, como sabe que hay cubanos allí, pone una gran fuerza, muchos hombres, para ver si puede capturarlos y presentarlos a la prensa internacional, por eso incrementan mucho el esfuerzo. Nosotros estamos muy preocupados por eso, sería muy malo para todo, para la lucha que estamos llevando a cabo, que hubiera prisioneros cubanos presentados, y en segundo lugar también se encuentra la gente nuestra allí sufriendo.”
“El coronel Wambu (fue Jefe de Inteligencia en la operación de Cangamba de las FALA, Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola de UNITA; su testimonio tiene un gran valor):
“La participación de la aviación sudafricana está prevista, sobre todo, por la presencia cubana. Puede considerarse como la primera confrontación entre las fuerzas coaligadas sudafricanas y de la UNITA, y las fuerzas del Estado angolano con los apoyos que también puede obtener. La presencia cubana es de particular interés estratégico.”
En Cangamba, después de acercarse por el oeste y el sur, el enemigo asesta el golpe principal con las 12 y 13 brigadas semirregulares, dos de sus tres más importantes unidades. También actúan otros dos batallones independientes y una compañía de destino especial. Tres mil hombres. La potente agrupación dispone de cincuenta a sesenta piezas de artillería y morteros, siete instalaciones antiaéreas múltiples de 14,5 milímetros, las conocidas cuatrobocas, y de cohetes antiaéreos portátiles.
El mencionado coronel de las FALA añade:
“Si vamos a hablar en términos clásicos, tenemos en el terreno una brigada en un dispositivo ampliado, ya que no son sólo los tres batallones de infantería, son efectivos ampliados considerablemente, porque aunque no hay tropas terrestres sudafricanas como tales, en el aspecto de infantería propiamente dicha, el componente de observadores y apuntadores para el fuego aéreo, así como de la logística, aparte de los choferes, etcétera, puede hablarse de efectivos de hasta un batallón. Puede hablarse de una brigada convencional de tropas de las FALA, más dos batallones de comando y servicios, más un batallón combinado de hombres de apoyo a la logística, artillería, observación aérea, además de los oficiales de enlace de la parte sudafricana: oficiales de inteligencia, de la fuerza aérea y otras especialidades.”
“El teniente coronel N’gongo (Jefe Adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola del MPLA):
“Ese mismo día la prensa occidental comienza a informar que Cangamba está cercada por nueve mil hombres, aproximadamente, por lo que, tarde o temprano, va a caer en manos de la UNITA.”
La columna blindada que partió de Huambo, añadimos nosotros, reforzó Luena con fuerzas suficientes para enfrentar cualquier ataque de Sudáfrica en esa dirección, lo cual constituyó un notable paso de avance. Entre Luanda, capital de Angola, al Oeste, y Luena, capital de Moxico, era necesario transitar 1 100 kilómetros de carretera, una distancia similar a la que media entre la ciudad de La Habana y Santiago de Cuba. Los puentes habían sido destruidos por las bandas de la UNITA. Las caravanas de abastecimiento y los constructores de pasos provisionales para abastecer a las poblaciones avanzaban trabajosamente por la ruta; los puntos claves debían ser protegidos.
La columna blindada de Menongue era fuertemente reforzada, y con ella el frente sur, con los nuevos batallones de tanques enviados desde Cuba que ya fueron mencionados. Éramos más fuertes. Pero hubo que esperar todavía otros cuatro años y soportar las consecuencias de las erráticas estrategias de Konstantín, que costaron muchas vidas angolanas.
El asesor soviético había llegado a la República Popular de Angola a fines de 1982 como Jefe de la Misión Militar de su país. Cumplida su misión regresó a la URSS en 1985, y volvió al país africano con mayor jerarquía militar en 1987. Fue el estratega de las absurdas ofensivas hacia Jamba en el remoto sureste de Angola, donde se ubicaba el hipotético puesto de mando de Savimbi, mientras las bandas de la UNITA, apoyadas por Sudáfrica, operaban en municipios cercanos a Luanda, como ya he contado otras veces. La última de esas ofensivas con resultados desastrosos siempre, dio lugar, sin embargo, a la batalla de Cuito Cuanavale, que marcó el principio del fin del apartheid, cuando las unidades angolanas, inútilmente golpeadas, retrocedían y el ejército de Sudáfrica chocó con la brigada de tanques, los BM-21 y las fuerzas cubanas enviadas a defender la antigua base aérea de la OTAN.
En ese momento decisivo, el Presidente de Angola dio su apoyo total a nuestros puntos de vista. Más de 30 mil soldados angolanos y 40 mil combatientes internacionalistas cubanos, con sus oficiales y jefes, bien entrenados y curtidos en la lucha, apenas terminaron los últimos disparos en el distante baluarte, avanzaron por el suroeste de Angola hacia las líneas sudafricanas en la frontera de Namibia. Gran número de los tanques, artillería coheteril antiaérea, otras armas y el personal correspondiente fueron enviados desde Cuba.
Con un número relativamente pequeño de aviones MiG 23 y la audacia de nuestros pilotos, nos hicimos dueños del aire, pero eran pocos si se comparaban con las cifras de aviones de combate de Sudáfrica. La URSS existía todavía. Fue el país que más se solidarizó con Cuba. Gorbachov había ascendido a la máxima dirección del Partido y el Estado. Le envié un mensaje personal solicitándole con urgencia 12 aviones de combate MiG 23 adicionales. Respondió positivamente.
Habíamos construido en cuestión de semanas una pista adelantada al suroeste de Angola, a más de 200 kilómetros de la que había sido la más importante línea defensiva en esa dirección. Nuestro problema principal era la escasez de tanques auxiliares de combustible para los MiGs. Era casi imposible lograr que alguien nos suministrara algunos más. Pero en cualquier circunstancia los cuarteles sudafricanos de la primera línea estaban a nuestro alcance y, excepto distantes aviones de combate, apenas poseían armas antiaéreas. Los pocos tanques auxiliares disponibles nos permitían golpear a los racistas incluso en Windhoek, la capital de Namibia.
Sudáfrica disponía sin embargo de siete armas nucleares que el gobierno de Reagan les suministró. Adivinamos, por determinados elementos de juicio, que podían poseerlas; colocamos cargas explosivas en la cortina de una importante presa dentro de Angola construida por los colonialistas portugueses casi en los límites de la frontera con Namibia, próxima a las posiciones principales del Ejército sudafricano en ese país. Previendo que llegaran a emplear aquellas armas contra las tropas cubanas y angolanas, estas fueron convenientemente desplegadas para enfrentar un eventual ataque de ese tipo. No existía nada capaz de superar el heroísmo desinteresado de los combatientes internacionalistas decididos a liquidar el apartheid.
Sudáfrica no soportó el desafío y negoció, después que recibió los primeros golpes en esa dirección, todavía dentro de territorio angolano. En la misma mesa se sentaron durante meses los yanquis, los racistas, los angolanos, los soviéticos y los cubanos. Allí estaba, entre los que discutían en favor de nuestra causa, Konstantín. Lo conocía ya, había tratado de evitar que se sintiera humillado por nuestra discrepancia y nuestros éxitos. Tenía sin duda influencia en el mando militar del glorioso Ejército soviético. Sus errores fueron la más importante contribución a la decisión adoptada por nuestro país de prohibirles a los racistas intervenir en Angola y de rectificar los errores políticos que había cometido la Dirección de la URSS en 1976.
Generosos con el adversario en cuestiones estratégicas, decidimos otorgarle la Orden “Che Guevara”. La recibió con aparente satisfacción. Su peor falta no fue lo que hizo antes, sino después. La URSS desapareció y Konstantín hizo declaraciones oportunistas calumniando a Cuba, que tan generosa se comportó con él. El militar profesional de Cangamba, partidario de las absurdas iniciativas que propuso, e inventor de las estériles ofensivas hacia la remota Jamba, se había dejado conquistar por la ideología anticubana del enemigo. No habrá muchos que lo defiendan en su patriótico pueblo.
Konstantín fue su nombre de guerra. El suyo propio, sin más apellido, lo mencioné un día; era el que recordaba bien en ese momento. No deseo reiterarlo.
Savimbi siguió fiel a su espíritu aventurero y mercenario, primero, al servicio de los colonialistas portugueses; después, de los racistas sudafricanos; y finalmente, en forma directa, de los imperialistas yanquis. Cuando el soporte del apartheid fue liquidado por el propio pueblo sudafricano y el golpe anonadante que recibió en Angola, los yanquis lo pusieron al amparo de Mobutu, que había reunido una fortuna de 40 mil millones de dólares saqueando a Zaire. Europa con seguridad conoce bien esa historia.
Savimbi recogía diamantes en el Centro y el Norte de Angola para él y la UNITA. Prosiguió así su brutal guerra contra los angolanos. Ya los cubanos no estaban allí al cumplir rigurosamente su programa progresivo de retirada, esta vez cumplida cabalmente la misión.
Las FAPLA, convertidas en fuerzas armadas experimentadas y aguerridas, pusieron al ejército pro yanqui de Savimbi, apoyado por Mobutu, fuera de combate. A la UNITA no le quedó otra alternativa que abandonar la rebelión. La nación angolana preservó la independencia y la integridad.
Hace falta que jóvenes internacionalistas y revolucionarios, capaces de sentir y actuar, recojan para la historia las páginas que ha sido capaz de protagonizar el pueblo cubano.
Las FAR constituyen para nuestro Partido un baluarte inexpugnable, un Ejército Mambí que esta vez no ha sido ni será jamás desarmado.
Fidel Castro Ruz
Octubre 14 de 2008
11 y 36 a.m.