LA COMPOSICIÓN DEL DESTACAMENTO GUERRILLERO EN EL COMBATE DEL UVERO
Fuente:
Autor:
El 17 de enero de 1997, con motivo del cuadragésimo aniversario del combate de La Plata, el periódico Granma publicó una serie de suplementos especiales en los que, bajo el título genérico de Diario de la guerra, se ofrecía un recuento cronológico, día por día, de las incidencias de la columna guerrillera al mando de Fidel durante los primeros seis meses de lucha en la Sierra Maestra.
Una parte de estos materiales fue publicada, en primeras versiones, en 1979 y después recogida en dos ediciones de un libro que se llamó Diario de la guerra 1. Posteriormente dieron cuerpo a otro volumen título La conquista de la esperanza, publicado inicialmente en México. En esas ocasiones el recuento histórico llegaba hasta el 19 de febrero de 1957, con la salida del destacamento guerrillero de la finca de Epifanio Díaz, en Los Chorros. La versión que se publicó en 1997 no solo contenía un texto considerablemente ampliado y revisado con relación a las versiones anteriores, sino que el relato se prolongaba hasta el 28 de mayo de 1957, es decir, hasta el mismo combate del Uvero.
Las catorce semanas transcurridas entre el 20 de febrero y el 28 de mayo de 1957 fueron decisivas para el desenvolvimiento de la guerra. En ellas ocurre la incorporación del primer refuerzo enviado por Frank País desde el llano, conocido con el nombre de grupo del marabusal, por haberse concentrado en un cayo de marabú a la salida de Manzanillo. Se produce la llegada de Celia Sánchez y Haydée Santamaría con los periodistas norteamericanos Robert Taber y Wendell Hoffman, el ascenso al pico Turquino, las incorporaciones de nuevos combatientes del llano, el envío a la guerrilla desde Santiago de Cuba de un importante lote de armas y, por último, el combate del Uvero.
Sin embargo, uno de los hechos más significativos de esta etapa es que en ella cobra impulso definitivo la incorporación campesina a la guerrilla. Luego de casi seis meses de lucha en la Sierra Maestra, ya en Uvero la composición del destacamento rebelde había variado ostensiblemente.
Si bien es cierto que al momento del desembarco del Granma, el 2 de diciembre de 1956, la fuerza expedicionaria sumaba 82 combatientes, en su gran mayoría provenientes de las ciudades, que llevarían adelante un tipo de guerra irregular en las montañas, después de la sorpresa de Alegría de Pío solo quince sobrevivientes, encabezados por Fidel, logran reunirse en la finca de Mongo Pérez, en Purial de Vicana.
En esa fecha ya Fidel cuenta con la incorporación de un grupo de campesinos que han manifestado su disposición a seguir con la guerrilla. De la casa de Mongo Pérez partirán la noche del 25 de diciembre, además de los quince expedicionarios allí reunidos, Crescencio Pérez, su hijo Sergio y Manuel Acuña. Pocos días después, se unirían otros cinco expedicionarios, así como Manuel Fajardo, de Niquero.
El 6 de enero ocurre el encuentro con un primer grupo de refuerzo de nueve hombres enviado desde Manzanillo, algunos de los cuales bajarán días después. Seis días después llegan finalmente Guillermo García e Ignacio Pérez, luego de rescatar algunas armas, acompañados por Yayo Castillo.
El 17 del propio mes, cuando Fidel decide atacar el cuartel de La Plata, el destacamento guerrillero lo integran 32 hombres; dieciocho son expedicionarios, y el resto campesinos y militantes del Movimiento enviados desde Manzanillo.
Las acciones victoriosas de La Plata y Llanos del Infierno, esta última el día 22, han evidenciado con creces que la guerrilla es una fuerza combatiente capaz de infligir al enemigo golpes certeros. Luego del bombardeo y dispersión de Caracas, el propio día 30, se incorpora a la columna Ciro Frías con un nuevo refuerzo de ocho hombres enviado desde Manzanillo.
A finales de enero de 1957, el destacamento guerrillero comandado por Fidel ha demostrado sus posibilidades de lucha y su capacidad para la supervivencia en las condiciones más difíciles.
Luego de la sorpresa de Alto de Espinosa, el 9 de febrero, la guerrilla vuelve a dispersarse. Durante los días 17 y 18 en la finca de Epifanio Díaz, en Los Chorros, se efectúan la entrevista de Fidel con el periodista norteamericano Herbert Matthews y la reunión con la dirección nacional del Movimiento, ambos hechos de suma importancia para el desarrollo ulterior de la lucha.
El 20 de febrero, cuando el destacamento rebelde abandona la finca de Epifanio Díaz, son veinte los hombres que parten:
trece expedicionarios y el resto compuesto por siete campesinos y militantes del Movimiento en la zona de Manzanillo, incorporados desde hace algún tiempo. Otros combatientes se encuentran separados momentáneamente.
Después de dejar a Che y a Luis Barreras en Purgatorio, el 1° de marzo la columna guerrillera —reducida ahora a dieciocho hombres— llega a Minas del Frío y una vez más, la última, el destacamento se dispersa. Esta será la única ocasión en toda la guerra en que el grupo donde permanece Fidel cuenta con doce combatientes. Por una singular casualidad, todos son expedicionarios del Granma. Quedan separados del resto los seis campesinos y militantes del llano incorporados hace algún tiempo.
El 24 de marzo en un lugar conocido como Derecha de la Caridad se produce el encuentro con Che, quien conduce 49 hombres que forman parte del refuerzo del marabusal, enviado por Frank, y otro grupo de combatientes incorporados. El aporte de militantes del llano a la guerrilla resulta significativo.
Desde entonces todo el campesinado de esa parte de la montaña sabe no solo que Fidel está vivo y aún en pie de lucha, sino que el ejército enemigo es incapaz de capturarlo o destruirlo. A partir de esos días el hombre serrano comienza un proceso de identificación con los combatientes rebeldes que constituyen ya todo un pequeño ejército organizado y armado.
Resulta cotidiano en todo este período de fines de marzo y abril la presentación en el campamento rebelde de campesinos que, de manera individual o en pequeños grupos, solicitan su incorporación a la tropa guerrillera. Muchos no resisten, pero otros permanecen.
Pudiéramos ejemplificarlo en términos numéricos. Si en el mes de marzo las nuevas incorporaciones de campesinos a la guerrilla solo habían llegado a unas siete, el mes siguiente —durante las grandes caminatas— el número de nuevas incorporaciones campesinas se ha duplicado y llega a quince.
En sus memorias de la guerra, Che resume de manera elocuente este proceso, que cobrará definitivo impulso en las semanas presedentes al combate del Uvero: "Pese a un campesinado aterrorizado, a lo más neutral, inseguro, que elegía, como método para sortear la gran disyuntiva, el abandonar la Sierra, nuestro ejército fue asentándose cada vez más, haciéndose más dueño del terreno y logrando el control absoluto de una zona de la Maestra que llegaba más allá del pico Turquino hacia el Este y hasta las inmediaciones del pico denominado Caracas en el Oeste. Poco a poco, cuando los campesinos vieron lo indestructible de la guerrilla y lo largo que lucía el proceso de lucha, fueron reaccionando en la forma más lógica e incorporándose a nuestro ejército como combatientes. Desde ese momento, no solo nutrieron nuestras filas, sino que además se agruparon a nuestro lado, el ejército guerrillero se asentó fuertemente en la tierra, dada la característica de los campesinos de tener parientes en toda la zona. Esto es lo que llamamos vestir de yarey a la guerrilla".(1)
Por entonces, los combatientes de extracción serrana resultan los más útiles en la guerrilla. Guillermo García y Ciro Frías, con patrullas de campesinos, van y vienen de un lugar a otro de la zona, haciendo exploraciones, consiguiendo alimentos, trayendo noticias. Como menciona Che en sus memorias de la guerra, ambos constituían las "verdaderas vanguardias móviles de nuestra columna". (2)
Durante la primera quincena de mayo, se acentúa el creciente proceso de incorporaciones campesinas a la guerrilla. Mientras el aporte de militantes del llano se limita a dos, ingresan cerca de veinticinco campesinos a la columna rebelde. En otra parte de sus memorias de la guerra, Che escribe refiriéndose a estos primeros días de mayo: "Nosotros seguimos nuestro lento camino por la cresta de la Maestra o sus laderas; haciendo contactos, explorando nuevas regiones y difundiendo la llama revolucionaria y la leyenda de nuestra tropa de barbudos por otras regiones de la Sierra. El nuevo espíritu se comunicaba a la Maestra. Los campesinos venían sin tanto temor a saludarnos y nosotros no temíamos la presencia campesina, puesto que nuestra fuerza relativa había aumentado considerablemente y nos sentíamos más seguros contra cualquier sorpresa del ejército batistiano y más amigos de nuestros guajiros". (3)
A pesar del constante reflujo, a finales de mayo, la presencia campesina en la guerrilla había superado numéricamente por primera vez, en términos numéricos, el aporte de los militantes revolucionarios del llano. Las nuevas incorporaciones de serranos, tanto en forma individual como en pequeños grupos, alcanzanban ya la cifra de unos cuarenta.
Cuando al atardecer del lunes 27 de mayo de 1957, en vísperas del combate y luego de algunas horas de camino en dirección a la costa, Fidel ordena detener la marcha a la columna guerrillera para que Celia Sánchez haga un conteo de la tropa, el total del destacamento rebelde asciende a unos 128 hombres, según anota Raúl Castro en su diario de campaña: "Ya de tardecita la columna con 128 hombres del destacamento No. 1 se puso en marcha. Se puede decir que casi todo el mundo iba contento para el ataque, [el] punto cero es Uvero, a la orilla del mar". (4)
Al parecer, la cifra incluía también los prácticos y los tres prisioneros que acompañaban a la columna en esa ocasión.
Según las investigaciones realizadas, hasta el momento se tiene la certeza de 125 participantes en la acción del Uvero, lo que nos ha permitido reconstruir con bastante exactitud la distribución por unidades de esos 125 combatientes, descrita a continuación:
Camilo Cienfuegos conduce la vanguardia, con Walfrido Pérez, Sergio Pérez, Ibrahim Anoceto, Víctor Mora y Vitaliano Torres. Efigenio Ameijeiras va al frente de la retaguardia que integran Raúl Barreras, Tony Béguez, Mario Leal, José Cañada, Raúl Díaz Torres y Luis Barreras, el Maestro. En total, disponen de cuatro carabinas M-1, dos subametralladoras Thompson, algunos fusiles semiautomáticos y escopetas de repetición.
Che dirige de una escuadra de la comandancia, con un fusil ametralladora Madsen, auxiliado por Alejandro Oñate, Joel Iglesias y Manuel Beatón.
El pelotón de Raúl Castro reune de unos veinticinco hombres. Emiliano Díaz Fontaine, Nano, con su trípode calibre 30, cuenta en su escuadra con Abelardo Colomé Ibarra, Furry, José Antonio Véliz, Raúl Perozo y Juan Bautista González, Tita, como ayudantes. Reynero Jiménez a cargo del fusil ametralladora Madsen, con Armando Véliz, Paulino Fonseca, Eloy Rodríguez Téllez y Alejandro Carballé como ayudantes; apoyados por Manuel Morales y Jesús Alejandro con fusiles Mendoza.
La escuadra de Julito Díaz está integrada por Yayo Reyes, Beto Pesant, Juventino Alarcón, Pedrín Sotto y Ramón Pérez González. La de Ciro Redondo la componen Ramiro Valdés, Calixto García, Calixto Morales, Hermes Cardero, Manuel Acuña y Julio Guerrero. Ambas cuentan con tres fusiles con mirilla, tres Johnson, dos Springfield, un Winchester 44, un M-1 y un fusil 22.
El pelotón de Almeida tiene unos veinte hombres. La escuadra de Félix Pena la integran Luis Argelio González Pantoja, a cargo del fusil ametralladora Madsen, con Hermes Leyva y Juan Escardó Cambronero como ayudantes. José Vicente Quiala, Orestes Álvarez, Sabú, y Miguel Ángel Ruiz Maceiras. Enrique Ermus conduce la escuadra que componen Gustavo Adolfo Moll, Esteban Marino Borjas, Rigoberto Sillero, Enrique Soto y Luis Enrique Viera. Por último, Raúl Castro Mercader marcha al frente de una escuadra conformada por Luis Alfonso Zayas, Orlando Pupo, Mario Maceo y Leopoldo Mojena. Los acompaña inicialmente como práctico Eligio Mendoza y luego se les une en el combate Gilberto Cardero.
Sus armas son tres fusiles Springfield, algunos Mendoza, Johnson, Remington automáticos, Winchester y fusiles 22.
El pelotón de Sotús lo integran unos veinticinco hombres, con Domingo Hernández de guía. Guillermo García porta la ametralladora calibre 30, acompañado de Luis Antonio Peña, Reinaldo Mora y Primitivo Pérez de ayudantes.
Miguel Ángel Manals conduce la escuadra de Juan Jorge Soto Cuesta con su fusil ametralladora Madsen, auxiliado por Conrado Benítez y Fernando Tamayo. Lo apoyan además el americanito Chuck Ryan y Enrique Escalona. Cuentan con un fusil Johnson, un Remington 270 y una pistola.
La escuadra de Ciro Frías la forman Francisco Soto, el Policía, José Arias Sotomayor, Manuel García, Omar Ramos Verdecia, Luis Arturo Tirado y Ramón Hermógenes Acosta, con fusiles Springfield, Winchester 44 y algunas escopetas.
Por último, la escuadra de Chicho Larrea, con Agustín Lara, Quico Martínez, Ramón Fiallo, Mario Martínez, Marcos Borrero y Anselmo Vega, cuentan con dos M-1, Johnson y otras armas.
Según algunos testimonios, Rigoberto Oliva pertenece también a este pelotón, aunque no se ha podido aún localizar con precisión su ubicación.
El pelotón de Crescencio Pérez, de unos veinte hombres,está compuesto mayoritariamente por combatientes de origen campesino. Lo integran, entre otros, su hijo Ignacio Pérez, Francisco Maderal —que lleva la trípode calibre 30—, con Nandín y Yayo Castillo como ayudantes, Francisco Coello, Ramón Marrero, Mongo, Vilo Acuña, Eladio Bullaín, Reynerio Vasallo, Orlando Pérez, Tata el Cojo, Antonio Sosa, el Chino, Félix Lugones, Pilón, Heliodoro Ramón Pozo, Juan Bautista Pérez, Titín, Rubio Corzo y Mariano Mora, quien deserta durante el combate. Llevan algunos fusiles automáticos y escopetas de distintos calibres. Como práctico los acompaña Elio Bertot.
Junto con Fidel marcha la escuadra del estado mayor, donde se encuentran Universo Sánchez, Luis Crespo, Manuel Fajardo, Marciano Arias Sotomayor y Celia Sánchez. Los acompaña de práctico Enrique López.
Una escuadra adjunta, que servirá de enlace y apoyo al estado mayor, está integrada, entre otros, por Cipriano Beatón, Popo, y los hermanos Edelfín, Jesús y Luis Mendoza, todos desarmados.
Vitico Boronat, con un revólver, queda encargado de la custodia de los tres prisioneros de la columna: el cabo Pascual Aldana ajusticiado días más tarde, Plácido Despaigne y Pascual Rodríguez, el Billetero, que se incorporan a la columna después del combate.
Las investigaciones realizadas sobre la composición del destacamento guerrillero en el combate del Uvero, aquel 28 de mayo de 1957, nos han permitido llegar al siguiente resultado: quince hombres eran expedicionarios del Granma, treinta y ocho integrantes del refuerzo del marabusal, cuatro combatientes del llano incorporados individualmente y sesenta y ocho campesinos de la Sierra y sus cercanías. Con ello se obtiene que más de la mitad de los combatientes procedían de incorporaciones campesinas, exactamente el 55%.
No obstante, esta conclusión constituye una primera aproximación a ese aspecto de nuestra historia. Considero que este estudio podrá requerir futuras correcciones, pues quedan por determinar con precisión muchos aspectos de interés; por ejemplo, la ubicación en el combate de algunos combatientes como Salustiano de la Cruz Enríquez, Crucito, y Roberto Rodríguez Fernández, Vaquerito. Aspiramos a que en los años siguientes continúen las investigaciones y se aporten nuevos datos que contribuyan a ofrecer una valoración histórica más amplia y precisa de aquella importante acción que, al decir de Che, "marcó la mayoría de edad de nuestra guerrilla". (5)
_______________
1-Ernesto Guevara de la Serna. Un año de lucha armada. En: Pasajes de la guerra revolucionaria. Ediciones Unión. La Habana, 1963.
2-Ernesto Guevara de la Serna. Una entrevista famosa. En: Ibídem.
3-Ibídem.
4-Raúl Castro Ruz. Diario de campaña. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
5-Ernesto Guevara de la Serna. Un año de lucha armada. En: Pasajes de la guerra revolucionaria. Ediciones Unión. La Habana, 1963.