«¡Victoria de Fidel, de Cuba y de Vietnam!»

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Me recibió con una sonrisa, la calidez de su abrazo, una mano sobre mi hombro y un «tome asiento, hermano, usted viene de mi segunda patria».
Al rememorar pasajes de sus muchos años de vínculos con el Comandante en Jefe y con Cuba, Nguyen Dinh Bin lo hizo con entusiasmo similar al mostrado ese mismo día por Nguyen Manh Thoa, otro héroe vietnamita cuya historia es parte de la hermandad entre la patria de Fidel y la de Ho Chi Minh.
Sobre la entrevista privada que sostuvieron Pham Van Dong y Fidel en 1973 en Hanói, Dinh Bin, intérprete en ese diálogo, respondió algunas preguntas. La historia y el deber lo pusieron en el camino del líder histórico de la Revolución Cubana, con quien coincidió y trabajó, ocasionalmente, en múltiples oportunidades.
Su vida laboral y su etapa universitaria empezaron casi al mismo tiempo en Cuba, inició como traductor y llegó a desempeñarse como vicecanciller vietnamita. «Llegué a La Habana en octubre de 1963, para iniciar estudios de artes y letras; yo tenía 19 años de edad. Sobre Cuba permanecía la amenaza de una agresión militar».
–¿No sintió temor ante esa posibilidad?
–No, conocía los riegos, los asumí. Esa misma era la actitud de mis compañeros de grupo, 35 en total. Todos juramos que, si llegaba la hora, empuñaríamos el fusil por Cuba.
«Teníamos la beca en el piso 17 de un edificio ubicado en 12 y Malecón. Recuerdo que en las noches hacíamos guardia. Armados con akm y vestidos de militar, fue una etapa decisiva en mi formación.
«A Fidel lo vi por primera vez el 2 de septiembre de 1965, en una recepción con motivo de la Fiesta Nacional vietnamita. En ese momento los norteamericanos pasaban de la guerra especial a la guerra total contra mi pueblo, e iniciaron los bombardeos masivos al norte del país. Fidel preguntó cómo enfrentábamos esos ataques, y cómo andaba la lucha frente a la invasión en el sur, procuraba saberlo todo.
«Poco tiempo después yo pasé de la universidad a trabajar como traductor en la embajada de vietnam en La Habana. Allá recibimos al comandante en 1969, cuando falleció Ho Chi Minh; se veía triste, y lamentó no haberlo conocido en vida.
«Seis años más tarde, en 1975, cuando supo que la reunificación de Vietnam ya era realidad, fue a felicitarnos. «este triunfo es de Cuba también, de toda la humanidad», repetía; recuerdo que a uno de sus asistentes le dijo: «abre esa botella, vamos a celebrar», y brindó por nuestra victoria».
Por lo que cuenta Bin, en intercambios con dirigentes de su país, Fidel siempre ponía la mirada en el futuro de Vietnam. «Mire, compañero» Thanh, le decía el Comandante en una ocasión al vicecanciller vietnamita, al recorrer el plan ganadero Valle de Picadura.
«Creo que después de la victoria, ustedes allá deben impulsar la ganadería, adaptar las razas al clima tropical de Vietnam, y desarrollar programas apícolas para la producción de huevos, que es un alimento excelente», sugería el líder cubano.
Nguyen Dinh Bin estuvo al lado de Fidel en Vietnam, en 1973, cuando el entonces Primer Ministro cubano visitó por primera vez a la hermana nación. «lo acompañé en el vuelo de Hanói a Quang Bin, y luego en el recorrido por carretera».
Dice que Fidel iba observándolo todo: los cráteres, la destrucción; pero también el futuro. «Mire aquí, compañero Pham Van Dong», exhortaba en el recorrido, «esta zona parece buena para el ganado».
Fidel se emocionó mucho en Quang Bing, en Quang Tri, y al llegar a la Colina 241, recuerda Bin. «emocionantes fueron sus encuentros con combatientes vietnamitas, vi su dolor al encontrar a una joven herida por una mina.
«Mi gratitud hacia Fidel es eterna, fue el máximo promotor de la solidaridad con Vietnam en el mundo. En lo personal, si he podido desarrollarme como revolucionario, en parte se lo debo a él, a su espíritu, a sus ideas, y al ejemplo de un hombre, al igual que el Che, consagrado al bienestar de los pueblos y de los seres humanos».
–Al Che Guevara, ¿lo conoció usted?
–Lo vi de cerca en encuentros que sostuvo con estudiantes vietnamitas en La Habana. era impresionante, su admiración por mi patria se aprecia en el mensaje a la Conferencia Tricontinental de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (Ospaaal), y en el prólogo que escribió para el libro Guerra del Pueblo Ejército del Pueblo, del general Vo Nguyen Giap.
«El Che criticó sin rodeos ciertas vacilaciones de algunos respecto al Vietnam agredido, llamó a que nos acompañaran hasta la victoria o la muerte. Fue, junto al Comandante, la expresión máxima de solidaridad combativa y militante con mí país, no tuvo tiempo de visitarnos, pero quiso a Vietnam tanto como Fidel».
Acerca del encuentro privado entre Fidel y Pham Van Dong en Hanói, «se realizó en la casa del antiguo gobernador de Indochina, y el traductor fui yo», dice Bin. «fue muy emotivo, Pham Van Dong no pudo evitar las lágrimas al hablar de la muerte de los niños y de los sacrificios de nuestro pueblo frente a la agresión extranjera.
«Es difícil describir las expresiones del Comandante en aquella conversación, estaba conmovido, triste, creo que sentía profundamente el dolor personal de nuestro Primer Ministro. conocía las razones de ese dolor en un hombre del temple de Pham Van Dong, que tenía un espíritu de hierro, forjado en la lucha».
–¿Pudiera ofrecer detalles de aquella entrevista?
–No. Son secretos.
–Ha pasado ya casi medio siglo, señor Bin, tal vez algunos de esos secretos ya no lo son.
–No. La confidencialidad es un principio de todo intérprete. yo debo respetar eso, no puedo decirle más, ni como intérprete ni como militante vietnamita y cubano que soy. Esa conversación se va conmigo a la tumba.
SI ES PRECISO, MORIR
«Moriré si es preciso, antes de que le ocurra algo al Comandante», dijo
Nguyen Manh Thoa, responsable de la seguridad del líder cubano en Quang Tri, cuando Pham Van Dong le advirtió que al líder cubano había que protegerlo a cualquier precio.
A Manh Thoa no lo abandonaba el recelo en aquel escenario de guerra tan peligroso. Para llegar a Dong Ha, capital de Quang Tri, donde estaba la sede del Gobierno Provisional de Vietnam del Sur, había que cruzar en balsa el Nhát Le, porque no existía puente sobre ese río. «El cruce era un punto muy vulnerable –refiere Manh Thoa–, estábamos preocupados, tomamos medidas especiales».
«Alrededor del cruce ubicamos un grupo de artillería, uno de tanques y un círculo de fuerzas integradas por milicianos. Además, creamos un anillo interior con soldados de mucha experiencia. La respuesta a cualquier intento enemigo sería rápida y contundente.
«En el sitio disponíamos de un refugio subterráneo. Antes de cruzar el puente, Pham Van Dong le informó a Fidel que allí empezaba el tramo más crítico. “avanzamos”, fue la respuesta del visitante, no se detenía ante el peligro.
«Más allá del puente sobre el Nhát le ubicamos cinco grupos de combate, fue otra medida adicional de seguridad, para hacer frente a cualquier eventual emergencia».
La tensión clímax del recorrido llegó con la presencia del Comandante en una antigua base de logística arrebatada a los invasores, junto al río Ben Hai. a solo dos kilómetros, en la otra orilla, había un puesto militar enemigo. «¡estaban ahí mismo!».
Y de este lado, Fidel junto a Pham Van Dong; Cuba y Vietnam compartiendo la misma suerte; el ingenio creador de los anfitriones se avivó frente al desafío. El 16 de septiembre, casi al final de la tarde, el líder cubano y el vietnamita descendían del an 24, de regreso en Hanói. Al pie de la escalerilla lo esperaba Vo Nguyen Giap. Se abrazaron. «¡victoria de Fidel, de Cuba y de Vietnam!», proclamó el general Giap.